La violencia de género es un tipo de violencia física o psicológica ejercida contra cualquier persona sobre la base de su sexo o género que impacta de manera negativa su identidad y bienestar social, físico o psicológico.De acuerdo a Naciones Unidas, el término es utilizado «para distinguir la violencia común de aquella que se dirige a individuos o grupos sobre la base de su género», enfoque compartido por Human Rights Watch en diversos estudios realizados durante los últimos años
Para ONU Mujeres, este tipo de violencia «se refiere a aquella dirigida contra una persona en razón del género que él o ella tiene así como de las expectativas sobre el rol que él o ella deba cumplir en una sociedad o cultura».Ésta presenta distintas manifestaciones e incluye, de acuerdo al Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, actos que causan sufrimiento o daño, amenazas, coerción u otra privación de libertades.Estos actos se manifiestan en diversos ámbitos de la vida social y política, entre los que se encuentran la propia familia, la escuela, la Iglesia, entre otras.
Hoy, 25 de noviembre, se celebra el Día Internacional para la
Eliminación de la Violencia contra la Mujer. En España, 44 mujeres han
muerto víctimas de la violencia de género durante 2014. El apoyo que se les presta a las
mujeres que sufren acoso es ínfimo y hay millones de casos aunque no somos conscientes de ello.Siendo mínimamente empáticos, prestaríamos
mucha más atención a las miles de mujeres que son víctimas diariamente
de la violencia de género.
martes, 25 de noviembre de 2014
martes, 18 de noviembre de 2014
Pablo de Tarso
Pablo tenía una formación filosófica,
jurídica, mercantil y lingüística (hablaba griego, latín, hebreo y
arameo). Participó en las primeras persecuciones contra los cristianos.
Pero durante un viaje a Damasco, poco después de la crucifixión de
Jesucristo, se convirtió a la nueva fe, que por entonces era considerada
una secta herética del judaísmo (según su propio relato, fue el mismo
Jesús el que se le apareció).
Desde entonces San
Pablo se convirtió en el propagador más importante del cristianismo,
que contribuyó a extender más allá del pueblo judío, entre los gentiles: viajó como misionero por Grecia, Asia Menor, Siria y Palestina; y escribió misivas a diversos pueblos del entorno mediterráneo.
Los
escritos de San Pablo adaptaron el mensaje de Jesús a la cultura
helenística imperante en el mundo mediterráneo, facilitando su extensión
fuera del ámbito cultural hebreo en donde había nacido. Al mismo
tiempo, esos escritos constituyen una de las primeras interpretaciones
del mensaje de Jesús, razón por la que contribuyeron de manera decisiva
al desarrollo teológico del cristianismo.
Proceden de la interpretación de San Pablo ideas tan
relevantes para la posteridad como la del pecado original; la de que
Cristo murió en la cruz por los pecados de los hombres y que su
sufrimiento puede redimir a la humanidad; o la de que Jesucristo era el
mismo Dios y no solamente un profeta. También introdujo en la doctrina
cristiana el rechazo de la sexualidad y la subordinación de la mujer,
ideas que no habían aparecido en las predicaciones de Jesucristo.
En
su esfuerzo por hacer universal el mensaje de Jesús, San Pablo lo
desligó de la tradición judía, insistiendo en que el cumplimiento de la ley no es lo que salva al hombre de sus pecados, sino la
fe en Cristo; en consecuencia, polemizó con otros apóstoles hasta
liberar a los gentiles de las obligaciones rituales y alimenticias del
judaísmo. En el país de los judíos fue mal
acogido; estando en Jerusalén fue detenido, juzgado y enviado a Roma.
Probablemente murió allí ejecutado.
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