Creacionismo:
Se denomina creacionismo al conjunto de creencias, inspiradas en doctrinas religiosas, según las cuales la Tierra y cada ser vivo que existe actualmente proviene de un acto de creación por uno o varios seres divinos, cuyo acto de creación fue llevado a cabo de acuerdo con un propósito divino.
La creación de Adán, fresco de 1511 de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina.
Por extensión a esa definición, el adjetivo «creacionista» se ha aplicado a cualquier opinión o doctrina filosófica o religiosa que defienda una explicación del origen del mundo basada en uno o más actos de creación por un dios personal, como lo hacen, por ejemplo, las religiones del Libro. Por ello, igualmente se denomina creacionismo a los movimientos pseudocientíficos y religiosos que militan en contra del hecho evolutivo.
El creacionismo se destaca principalmente por los «movimientos antievolucionistas», tales como el diseño inteligente, cuyos partidarios buscan obstaculizar o impedir la enseñanza de la evolución biológica en las escuelas y universidades, arguyendo que existe un debate científico sobre la cuestión. Según estos movimientos creacionistas, los contenidos educativos sobre biología evolutiva han de sustituirse, o al menos contrarrestarse, con sus creencias y mitos religiosos o con la creación de los seres vivos por parte de un ser inteligente. En contraste con esta posición, la comunidad científica sostiene la conveniencia de diferenciar entre lo natural y lo sobrenatural, de forma que no se obstaculice el desarrollo de aquellos elementos que hacen al bienestar de los seres humanos.
Evolucionismo:
La teoría darwinista se impuso a la teoría evolucionista propuesta por Lamarck,
según la cual, los caracteres adquiridos durante la vida de los
individuos pasaban a la descendencia. El ejemplo clásico es el de la
evolución del cuello de la jirafa. Según la teoría de Lamarck,
las primeras jirafas, al estirar continuamente su cuello por la forma de
conseguir el alimento, llegaban a alargarlo, engendrando posteriormente
descendientes con el cuello un poco más largo; por su parte, Darwin
sostenía que, nacidas al azar unas jirafas con el cuello más largo,
eran las que mejor se habían adaptado al medio y sobrevivido mejor,
engendrando más descendencia.
Junto a las teorías de la evolución propiamente dichas, se encuentran las leyes de Mendel
(1865) sobre la herencia genética, cuyos elementos fundamentales son la
combinatoria de los genes y su carácter dominante o recesivo. Si bien,
respecto a la fecha señalada es conveniente indicar que hasta finales
del siglo XIX, esta teoría permaneció en el más absoluto anonimato y no
precisamente porque Mendel no intentase su publicación, como se sostiene
en algunos ámbitos.
Resumiendo, las ideas expuestas por Lamarck, Darwin y Mendel
forman el cuerpo central de los conceptos en materia de evolución
biológica o evolución de las especies. No obstante, también conviene
señalar existencia de teorías derivadas de las anteriores y otras
teorías de carácter religioso.
Pasamos ahora a efectuar un análisis crítico de las teorías evolucionistas más importantes, sin que en ningún caso suponga una valoración negativa.
Asimismo, una breve descripción de estas teorías evolucionistas se puede encontrar en el anexo al hablar de las teorías sobre el origen del hombre.
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